martes, 24 de marzo de 2009

CRÍTICA: GRAN TORINO (Clint Eastwood, 2008)

Viendo Gran Torino no resulta extraño el rumor que corre de que se trata del último film de Clint Eastwood como actor.
Walt Kowalski, el personaje que encarna y el protagonista, parece ser un compendio de sus personajes anteriores y es que enseguida advertimos retazos del duro entrenador Frankie Dunn que tiene problemas con su hija (Million Dollar Baby) o del justiciero William Munny (Sin Perdón), pero sobre todo parece que nos encontramos ante un envejecido pero más maduro Harry Callahan (Harry el Sucio).
La historia que el director nos cuenta tampoco nos resulta del todo desconocida, el ambiente de barrios marginales en los que proliferan las bandas y se impone la ley del más duro parece el escenario ideal de un western si temporalmente se desarrollase en la actualidad. La incomunicación de Walt con sus hijos y nietos nos recuerda a los problemas familiares que Frankie Dunn tiene con su hija en Million Dollar Baby. Otro elemento presente en Gran Torino que nos remite a historias anteriores que Eastwood nos ha contado es el tema de la conciencia del hombre atormentado que se ha visto sometido a las atrocidades de la guerra, presentes en Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima.
Toda esta puesta en relación presente en la película trasciende el mero hecho de hacer un guiño a sus anteriores relatos, en seguida advertimos que existe una evolución en la historia y el personaje: Walt Kowalski representa una visión tradicional y conservadora de Estados Unidos que se extingue, enmarcada en una historia donde el caos reina en la sociedad, se están perdiendo los valores morales y es la figura del justiciero la que hace justicia valiéndose de la violencia. En el caso de Gran Torino el pesimismo habitual ante esta situación da paso al optimismo y deja una puerta abierta a la esperanza esta vez, representada por los dos chicos Hmong. El duro e implacable justiciero se nos presenta más humano que nunca, termina confesando sus malos actos y se redime en un acto final, que bien parece el acto de redención de todos sus personajes anteriores, donde no se toma la justicia por su propia mano sino que la deja en manos de la ley.
En esta película asistimos de nuevo a un relato contado sin artificios relacionados con la forma, el director parece haber dado un paso más en las historias que cuenta pero manteniéndose fiel a su estilo, el de contar historias de forma directa y sencilla siguiendo una realización impecable y un montaje tradicional. Una fotografía más descuidada que en otros films anteriores como El Intercambio o el uso, que a priori puede resultar excesivo, de estereotipos no desmerecen sino más bien se encuentran acordes con la historia, que pasa magistralmente desde la comedia hacia el drama en tiempo récord, pero no de forma engañosa, ya que la tensión, que llega a su punto álgido al fin de la película, se percibe desde el principio.
Podemos concluir que Clint Eastwood ha querido mostrarnos su visión más madura del mundo, recuperando sus personajes más célebres y preocupaciones más profundas, poniéndolos en juego en una historia en la que el perdón, la redención y la esperanza son posibles.

jueves, 5 de marzo de 2009

CRÍTICA: Esto ya no es lo que era (cortometraje)

Esta primera crítica es fruto de mi intuición, de lo que creo que debe ser una crítica. De este modo veremos varios aspectos del cortometraje como la realización, el guión o los personajes y cómo estos elementos se relacionan entre sí.

En Esto ya no es lo que era nos encontramos ante una historia sencilla que enciera una crítica social en tono de humor. Los personajes, aparentemente muy estereotipados por su aspecto y forma de hablar, rompen dicho estereotipo a través del contenido de su conversación, es difícil imaginar a dos canis hablando del cambio climático, la burbuja inmobiliaria o el planteamiento urbanístico.
La realización del cortometraje es bastante sencilla y entra en consonancia con la historia que el director quiere contarnos desde un punto de vista humorístico. A la vez que se burla de la manera de hablar y de de su actitud ante la vida de estos personajes, a través de su conversación realiza una crítica de los problemas actuales de nuestra sociedad y de la actitud que los ciudadanos toman ante ellos valiéndose de las opiniones, a veces enfrentadas, de los dos amigos. Estos problemas son tratados a nivel local, al igual que el uso de este tipo de personajes no tendría sentido fuera de Sevilla o Andalucía. Nos encontramos pues ante un relato de carácter local pero no exento de relaciones con otros relatos de mayor alcance. No resulta difícil ver la similitud de la situación del cortometraje con múltiples situaciones de las películas de Tarantino, en la que dos personajes de dudosa moral o carente de ella conversan animadamente sobre temas inimaginables como preludio de un acto violento, que irrumpe sin previo aviso.